Por lo tanto, en sus variantes más armoniosas, el cemento cerámico y el efecto resina son ya un clásico: superficies y paletas cromáticas discretas, fáciles de combinar de forma transversal con la mayoría de muebles y complementos, así como con otras superficies de gres porcelánico, como el efecto madera o el efecto metal. Lo cierto es que nada como el efecto cemento logra demostrar un uso tan transversal que sea perfecto para cualquier ambiente residencial y comercial. La posibilidad de obtener superficies cerámicas hiperrealistas nos permite hoy interpretar el efecto cemento de las más diversas maneras, a través de motivos gráficos refinados y minimalistas, o toscos y marcados por el desgaste y el paso del tiempo, manteniendo una fuerte referencia al concepto de la arquitectura industrial y urbana que caracterizó el siglo pasado.
Por ejemplo, el gres porcelánico efecto cemento fratasado de Italgraniti reproduce los efectos del fratasado a mano de manera sorprendente: a través de ondas y movimientos superficiales con atención a cada detalle, la cerámica recrea un efecto resina de aspecto natural, que recuerda la más refinada tradición artesanal. Las superficies entonces se vuelven cálidas y con movimiento; muestran las huellas de la destreza de hábiles artesanos, realzadas por las proporciones de los grandes formatos y una refinada gama de colores. Otras veces las baldosas y azulejos efecto cemento toman como modelo este material en su más pura esencialidad, esa estética minimalista que esconde una complejidad táctil hecha de sobriedad calibrada y estudio en profundidad de los colores. En cambio, otra variante del gres efecto cemento reproduce, a través de una selección cromática de pigmentos naturales y una calidad táctil suave y texturada, la arcilla sin cocer espontáneamente imperfecta en los movimientos naturales de las superficies sedosas y en los colores con cuerpo, que transforman el espacio en un lugar íntimo, cálido y antiguo.